Hallazgo de la Santa Cruz por la Emperatriz Elena

El Hallazgo de la Santa Cruz es uno de los acontecimientos más importantes de la historia cristiana. La protagonista fue la Emperatriz Santa Elena, madre de Constantino el Grande, quien lo impulsó a abrazar la fe cristiana en un tiempo en que el paganismo dominaba el Imperio Romano.

La búsqueda de la Cruz

En el año 326, Santa Elena viajó a Jerusalén con el propósito de encontrar la Cruz de Jesucristo. Allí descubrió que se hallaba bajo un templo pagano dedicado a Venus. Tras ordenar su demolición, aparecieron tres cruces y una tablilla con la inscripción: “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos”.

La prueba del milagro

Para reconocer la Cruz verdadera, se colocaron las tres sobre un difunto. Dos no produjeron efecto alguno, pero al tocarlo con la tercera, el hombre resucitó milagrosamente. Así se identificó la Cruz del Salvador.

La veneración de la Santa Cruz

El pueblo acudió con fervor para contemplar la Cruz, y el Patriarca Macario de Jerusalén, junto con Santa Elena, la expusieron desde lo alto. Los fieles oraban con las palabras: “¡Señor, ten piedad!”.

En memoria de este acontecimiento, la Iglesia instituyó la Exaltación de la Santa Cruz, celebrada cada 14 de septiembre, una de las festividades más solemnes de la tradición cristiana.

El legado de Santa Elena

Durante el reinado de Constantino se restituyó el nombre de Jerusalén, que había sido cambiado por el emperador Adriano en el año 117. Además, Santa Elena mandó construir templos en lugares santos clave:

  • En el Gólgota: la Basílica de la Resurrección (Santo Sepulcro).
  • En el Monte de los Olivos: lugar de la Ascensión del Señor.
  • En Belén: sitio del nacimiento de Jesús.
  • En Hebrón: junto a la encina de Mambré, donde Dios se apareció a Abraham.

Gracias a su fe y dedicación, la Emperatriz Santa Elena dejó una huella imborrable en la cristiandad, asegurando que los lugares santos fueran preservados para las generaciones futuras.